La ralentización en el proceso de superación de la pandemia es una muy mala noticia también para el sector del comercio. Es cierto que no todos los subsectores se comportan igual, pero cualquier atisbo de nuevas restricciones que se puedan decretar para contener la Covid-19, podrían generar un mayor grado de incertidumbre y agravar la situación de un sector que, en líneas generales, aún no ha llegado ni de lejos a su fase de recuperación tras los meses de confinamiento.
La campaña de rebajas, a la espera de resultados definitivos, no está siendo la palanca necesaria para levantar un período de muchos meses de dudas y malos datos. Evidentemente, el volumen de ventas se ha reactivado, como suele ser habitual en estos periodos de descuentos, pero fundamentalmente en el subsector del equipamiento personal. No obstante, hay que recordar que el gasto medio familiar, según datos del Eustat, presentó una disminución del 30% en vestido y calzado durante el pasado año, así que difícilmente podría empeorar y, si lo hiciera, sería catastrófico.
En Bizkaia, el turismo no es precisamente un factor determinante en el que depositar esperanzas para mejorar la cuenta de resultados del comercio. Sin embargo, la escasez de visitantes, una temporada más, se deja notar y eso tampoco hace que la mejoría se aprecie siquiera en algunos ejes comerciales que pudieran tener mayor capacidad de aprovechamiento.
Está claro que la situación es compleja. Si lo que resta de campaña no empieza a despegar a las empresas les costará especialmente salir de la crisis, habida cuenta de que además a finales de septiembre llegaría el fin de los ERTEs. Todo ello si no se aplica una nueva futura prórroga, que cada vez parece más necesaria, al menos hasta que sanitariamente lleguemos a una definitiva estabilización.
Las esperanzas del sector del comercio, como ocurre con el conjunto de la sociedad, están depositadas en la vacunación, pero el aumento de los contagios está devolviendo el pesimismo a la sociedad.
Esta circunstancia hace que los hogares estén conteniendo o aplazando sus decisiones de consumo. El motivo es que se ha interiorizado una sensación de deterioro de la economía y del empleo que ni el descenso en general de la pandemia, a pesar de los últimos episodios, ha servido para que podamos recuperar la confianza.
Pedro Campo
Presidente de CECOBI